viernes, 13 de mayo de 2011

La bipolar Samantha.



Cansada de otra semana más llena de completa rutina, Samantha se dirigía a la coordinación de la escuela, a pedir, sin ánimo alguno, el pase de llegada tarde, que se había vuelto común en ella desde hace días atrás. Agitándose el largo cabello y sin tener cuidado ni percatarse de quien estaba a su alrededor, caminaba firmemente hacia el pequeño recinto, se decía a si misma ‘hagamos lo que vinimos a hacer’.

Sin siquiera decir buenos días entro a la habitación, no había nadie, todas las aulas estaban cerradas, quiso esperar sin buscar, revisar ni llamar a nadie.

-Ehm,A quien buscabas?- Dijo una conocida voz

-No, esta bien.. yo, esto … ya entro- Expreso impresionada.

Era el. La razón de sus rabietas, rebeldías y aburrimientos…era el hecho de no conocerlo, de creer tener algo y tener nada.

Inmediatamente pareció volver a ser la pequeña niña obediente de antes, esa que huía de los problemas y realidades, solo salio de la habitación.

Corrió por el pasillo sin mirar atrás, escucho un pequeño “espera” y sintió la mirada del el como se clavaba en su espalda, que rápidamente se alejaba.

Esa fue la razón de su felicidad, durante toda la semana… El hecho de poder haber escuchado su voz, el hecho de saber que se dirigía solo a ella y a nadie mas, el simple hecho de querer que se “quedara” había ocasionado en la pequeña un extraño buen humor y una felicidad inmensa y notoria. La dulce (y cobarde) Samantha, había regresado.